Invisible impulso que mueve mis pensamientos y no se ni lo que escribo cuando no se lo que siento, cuando me faltas como el viento, y los recuerdos que no han muerto son el único alimento que me embriaga cuando estoy sediento, me condeno a la abstinencia del veneno de los besos pasajeros, de las noches de desenfreno y las mañanas de deshielo, y me deshago en cada lagrima cuando chocan contra el suelo, en cada madrugada rasgada en la piel, en cada caricia grabada en hueso.
Manuel Fernández Guerra.